miércoles, 16 de marzo de 2011

Mala ciencia

Mala ciencia de Ben Goldacre es uno de esos libros que todos deberíais leer, porque gira en torno a un montón de errores, manipulaciones o directamente mentiras que pueden afectar gravemente a nuestra salud, por lo que conviene estar bien informado. De ahí que si tuviera que buscar en él un defecto diría que un título más adecuado habría sido 'Mala medicina'.
De cualquier manera podemos aprender ciencia gracias a la mucha mala ciencia que destripa, sobre todo en torno a la etapa principal del método científico (etapa que califiqué como el alma de la ciencia en Ciencia para Nicolás), la fase de comprobación, la etapa en que se pone a prueba la validez de las hipótesis.
Un elemento imprescindible en esta etapa es la utilización de un buen control, que en el caso de los fármacos no sólo deben demostrar que funcionan mejor que el efecto placebo (cuánto he aprendido sobre el placebo con esta lectura) sino también mejor que el fármaco más eficaz conocido. Analizando cómo se lleva a cabo ese control (el 'doble ciego' es el más adecuado en este tipo de investigaciones) Goldacre es inmisericorde con los 'terapeutas alternativos', cuyas prácticas jamás mejoran el placebo, pero también con los nutricionistas (a los que dedica una parte sustancial del texto) y con las compañías farmacéuticas. Vamos, que no deja títere con cabeza.
También pone en su sitio a los medios de comunicación, con su gran parte de responsabilidad en asuntos tan graves como la popularización del bulo criminal de que la vacuna triple vírica produce autismo. De la nefasta comunicación que hacen de la actualidad científica, dice:

"Por un lado, a los periodistas se los emplea para que escuchen con oído crítico los comunicados y las informaciones que reciben de los jefes de prensa, los políticos, los ejecutivos de publicidad y relaciones públicas, los vendedores, los representantes de los grupos de presión, los famosos y los chismosos, y a tal fin, suelen hacer gala de un sano escepticismo. Pero en el caso de la ciencia, carecen de las habilidades necesarias para valorar críticamente los méritos de una prueba científica concreta. A lo sumo, examinan la evidencia empírica presentada por los 'expertos' basándose en el tipo de personas que son éstos, en su aparente autoridad o, tal vez, en el tipo de institución o empresa para la que trabajan. Los periodistas (y muchos activistas de campañas diversas) piensan que en esto consiste valorar críticamente un argumento científico y parecen muy orgullosos de sí mismos cuando actúan así".

Una última recomendación, además de que os hagáis con un ejemplar: visitad a diario el blog Malaciencia, con información sobre el libro y aportes adicionales.
(Mi agradecimiento a Ediciones Paidós, por su amable envío del libro).

1 comentario:

  1. Oh, qué bien, ojalá lo pueda conseguir pronto de este lado del charco. Me interesa mucho el tema.

    Saludos

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