martes, 31 de julio de 2012

Lectura comprensiva, por Les Luthiers

Los que nos ganamos los garbanzos como profesores de enseñanzas medias (de todos los niveles, me atrevo a decir) sabemos que uno de los más malvados enemigos del aprendizaje es una mala lectura comprensiva. A quienes padecen ese problema les cuesta muchísimo aprender a partir de textos escritos. Y eso no es nada gracioso, todo lo contrario. A menos que, claro está, Les Luthiers le den la vuelta en los más pestri, trespigio, pretigios... famosos foros internacionales. Me vais a permitir que os ponga esta genialidad para celebrar que estamos de vacaciones. Y recordad que un libro es un estupenda compañía, en verano y todo el año.

miércoles, 25 de julio de 2012

Averigua tu latitud mirando al Sol al amanecer.

Una manera de determinar la latitud es midiendo la inclinación de la salida del Sol durante el amanecer (si no te gusta madrugar, también sirve la puesta de Sol).
En el ecuador (latitud 0º) los amaneceres y los atardeceres son muy rápidos. Normal: el Sol sale en un recorrido perfectamente vertical, formando un ángulo de 90º con el horizonte. Conforme nos alejamos del ecuador y por tanto, conforme nos acercamos a un polo, la inclinación va siendo menor, debido a la curvatura de la superficie terrestre. Si estamos a 10º de latitud, el Sol sale en un ángulo de 80º con la horizontal (inclinado hacia el sur en el hemisferio norte, hacia el norte en el sur), a 20º norte en un ángulo de 70º y así sucesivamente. En Tafalla, desde donde escribo, sale con un ángulo de 47º, por lo que se puede deducir que Tafalla está a unos 43º de latitud norte. En el polo, por fin, el Sol técnicamente no sale ni se pone: su recorrido es totalmente horizontal, haciendo círculos sobre el horizonte (lo mismo hacen las estrellas, girando en círculos horizontales en torno a la polar, en el cenit, lo más alto del firmamento. En los polos no hay este ni oeste, solo sur en el polo norte, solo norte en el polo sur. Dos singularidades geográficas, podríamos decir.
Pero además del efecto de la curvatura terrestre, hay que contar con el hecho de que el eje de rotación de la Tierra está inclinado 23,5º respecto de la eclíptica, el plano de la órbita de nuestro planeta en torno al Sol, lo que provoca las estaciones con su variación en la longitud de los días y las noches. Este efecto también cambia gradualmente del ecuador (donde los días y las noches siempre duran doce horas) a los polos, con sus famosos días y noches de seis meses.
La inclinación axial también deja su huella en los amaneceres y atardeceres. Los que vivimos en el hemisferio norte, a mitad de camino entre el ecuador y el polo, vemos cómo el día más largo del año, en el solsticio de junio, el Sol sale y se pone muy hacia el norte, y cómo al mediodía está muy alto en el cielo. En los equinoccios, los días que comienzan el otoño y la primavera, el astro rey sale y se pone exactamente por el este y por el oeste, lo que sucede en todas las latitudes. En el solsticio de invierno, el día más corto, el Sol sale y se pone muy hacia el sur y al mediodía está bajo en el cielo; por eso el periodo de luz es muy corto.
La inclinación del eje respecto de la eclíptica es responsable de la existencia de los trópicos y los círculos polares.
(Fuente)
Los trópicos están situados a 23,5º del ecuador (exacto, coincide con el ángulo del eje) y entre ellos, todos los lugares tienen algún día en el que el Sol está en el cénit; en el ecuador en los dos equinoccios, en el Trópico de Cáncer en el solticio de junio y en el de Capricornio, en el de septiembre. Fuera de esta franja, el sol nunca alcanza el cénit. Dentro de ella, además, el Sol del mediodía está parte del año al norte, parte al sur (en el ecuador, seis meses a cada lado).
Los círculos polares están a una latitud de 66,5º (a 23,5º de los polos, y esto tampoco es por casualidad) y desde ellos hacia el polo hay progresivamente más tiempo en que el Sol no se pone en primavera y verano, y que no sale en otoño e invierno. Es en estas zonas donde se puede disfrutar del Sol de medianoche, ese momento en que lo "normal" es que el Sol esté por debajo del horizonte y el cielo negro. En esta imagen en movimiento se sigue al Sol durante 24 horas un día de verano al norte del Círculo Polar Ártico, en la que se aprecia perfectamente su recorrido circular inclinado; en el centro de la trayectoria, invisible, la estrella polar.


Y así se mueve el Sol muy cerquita ya del polo:


martes, 17 de julio de 2012

La seducción de la física

"La seducción de la física no es un libro de texto ni un tratado completo. Lo que pretendo es explicar algunos conceptos de la física a la luz de unas historias divertidas, o refrescar la memoria sobre ellos, y si usted echa de menos algún aspecto, será porque no se me ha ocurrido ninguna historia divertida en relación con el mismo o porque el libro ya no daba más de sí".


En este libro, hermano de sus La seducción de las matemáticas y La seducción de la músicaChristoph Dröser plantea diversas cuestiones de la física de una manera muy original. Cada uno de sus catorce capítulos comienza con una pequeña historia, con un cuento, para a continuación pasar a la explicación de la ciencia que hay tras lo planteado. Así, por ejemplo, el capítulo tres comienza con un diálogo entre Levi Strauss y Jacob Davis -en el verano de 1886- sobre el logotipo que podrían poner en sus pantalones vaqueros para distinguirlos de los de otros fabricantes. Barajan dos opciones: un caballo tirando de un pantalón atado a una estaca o dos caballos tirando de él en sentidos opuestos. Es la excusa para introducir la ley de acción y reacción.
Como colofón a cada capítulo Dröser plantea un Ahora le toca a usted como este:
"Ahora le toca a usted: si en un día frío se coloca en el exterior una olla con agua caliente y otra olla con la misma cantidad de agua fría, puede ocurrir que el agua caliente se congele antes que el agua fría. ¿Cómo es posible?"
Con las soluciones a este y a los demás desafíos planteados al final del libro, justo después de la recopilación de las doce fórmulas físicas más importantes.

viernes, 13 de julio de 2012

El nobel que resuelve las dudas de la gente en la calle

Como lo oyes. Leon Lederman, galardonado con el Nobel de Física en 1988 por sus investigaciones sobre los neutrinos no tiene el menor reparo en ponerse tras una mesa plegable en las calles más céntricas de Nueva York o Chicago y responder a los transeúntes cualquier pregunta relacionada con la física. Y lo deja claro en el cartelón:
"Ask a Nobel Prize-winning physicist".
Está en ingles pero lo fundamental queda claro.

(Vía)

martes, 10 de julio de 2012

Si haces un agujero lo suficientemente profundo apareces en...

Según el Diccionario de la Real Academia, un antípoda (masculino, sí) es cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en el lugar diametralmente opuesto (y no el lugar donde aparecerías si hicieras un túnel recto que pasara por el centro de la Tierra, como la mayoría cree). La página Antipodes Map (que usa la tecnología de Google Maps) te permite averiguar dónde encontrar a tus antípodas. Solo tienes que localizar tu posición en el mapa superior, el inferior es la respuesta. Los antípodas de Tafalla, el lugar desde el que perpetro esto:


Uy, mejor no hago el túnel, que a la salida lo mismo me ahogo. Me tocaría nadar hasta Nueva Zelanda, la tierra firme más cercana, como revela el zoom:


No te extrañe, de todas formas, que si localizas el lugar de tus antípodas te des un chapuzón. Muy pocas de las tierras emergidas (en naranja en el mapa, obtenido en la entrada Antípodas de Wikipedia) tienen terreno seco al otro lado de su diámetro:


viernes, 6 de julio de 2012

Fuegos artificiales en el Sol

El vídeo muestra la acividad solar registrada entre el 2 y el 5 de julio en dos longitudes de onda: 304 angstroms, que permite ver filamentos y prominencias, y 131 angstroms, que muestra las erupciones.



(Vía)

jueves, 5 de julio de 2012

Cómo percibimos el mundo

"Somos seres visuales. Ningún otro sentimiento, quizá con la excepción del dolor, llena tanto la 'cavidad' mental. La sensación de luz que invade nuestra mente cuando tenemos los ojos abiertos es tan fuerte que nos hace creer que esa luz está ahí fuera, llenando también el mundo que nos rodea, y que nuestros ojos lo único que hacen es recibirla y sentirla. Pero no, no es así".


Cómo percibimos el mundo es un estupendo libro de divulgación sobre... ¡caramba!, el título lo deja bien claro: sobre cómo percibimos lo que percibimos, que en el fondo no es más que una parte minúscula de lo que hay.
Durante la mayor parte de sus poco más de doscientas páginas, en el segundo y último capítulo, Ignacio Morgado nos invita a adentrarnos en los sentidos y en cómo el cerebro interpreta la información que de ellos recibe para que todo un mundo de sensaciones aflore a la consciencia. Un recorrido por los cinco sentidos "tradicionales" y alguno más, que los hay, como el sentido del equilibrio o la propiocepción (la percepción de nuestro propio cuerpo). Como es tradicional en los estudios sobre el funcionamiento de la mente humana, una buena parte de lo que sabemos sobre ella se ha conseguido gracias a enfermedades que afectan a distintas áreas del encéfalo y cuyos efectos resultan sorprendentes, como la (disculpad de antemano) heminegligencia sensorial contralateral que provoca que los pacientes no sean conscientes de una mitad de su cuerpo. También habla Morgado de experimentos alucinantes sobre sujetos sin ningún trastorno, como el experimento de Ehrsson, capaz de hacer que una persona sienta que su cuerpo se traslada a una muñeca Barbie.
Sin embargo, es la parte inicial del libro la que a mi entender resulta más estimulante. Bajo el sugerente título La naturaleza de la mente consciente el autor nos hace reflexionar sobre la emergencia de la consciencia, de la mente, del "pienso luego existo", a partir de la labor cooperativa de las neuronas. Trocito de universo reflexionando sobre sí mismo, casi nada.
Morgado cuenta las cosas de una manera muy sencilla de seguir, y quizá por eso se le han colado algunos deslices mínimos como lo de "alguna especie infrahumana" (p.59) que parece que va en la línea de poner al Homo sapiens en la cúspide de la evolución, algo ya superado. La misma idea transmite con "hay al menos tres especies animales que parecen reconocerse en un espejo: los chimpancés, los delfines y también los elefantes" (p. 60). Doy por supuesto que el autor sabe que la especie humana está encuadrada en el reino animal y que sus individuos suelen reconocerse en el espejo.
También parece asumir como válido un hecho que quizá cabría clasificar como leyenda urbana: "Las mujeres que conviven estrechamente en un mismo lugar durante un tiempo suficiente, mutuamente influidas por sus respectivas feromonas y sin que sean necesariamente conscientes del olor de las mismas, pueden llegar a sincronizar sus ciclos menstruales" (p.93-94). Idea esta, la de la sincronización de las menstruaciones, que parte de un estudio poco fiable de Martha McClintock publicado en Nature en 1971.
De cualquier manera, un libro más que recomendable como iniciación al conocimiento de la mente, producto de la que quizá sea la estructura más compleja que existe.

lunes, 2 de julio de 2012

Virus ¡está entre nosotros!

Que te den en la calle un pequeño folleto advirtiéndote de que un terrible virus está desintegrando la humanidad no tiene precio. Sobre todo si incluye, al final, un número de teléfono escrito con bolígrafo donde llamar para que te libren de él. 
"Los avances de la ciencia no pueden hacer nada, la religión tampoco, ningún programa del gobierno puede hacer frente a este virus".